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Origen y propagación

Thrips parvispinus es un insecto originario del sudeste asiático, descrito hace más de un siglo. Aunque fue identificado como plaga en Tailandia en los años 80, su propagación se aceleró a través de Asia y Oceanía, afectando principalmente a cultivos ornamentales. En 1998, se detectó por primera vez en el Mediterráneo, pero las condiciones climáticas más frías impidieron su establecimiento. Sin embargo, en el siglo XXI, con el aumento del comercio global de plantas, este insecto se extendió a zonas tropicales y más allá.

El calentamiento global ha permitido que T. parvispinus sobreviva en regiones templadas, estableciéndose en el sudeste español, donde en 2022 y 2023 causó graves brotes en cultivos de pimiento en Almería y Murcia. La plaga se alimenta principalmente de las partes verdes de las plantas, causando deformaciones, daños en el crecimiento y, en casos extremos, la muerte de los ápices. Los daños en los frutos pueden ser severos, depreciando su valor comercial.

El ciclo biológico de T. parvispinus es similar al de otros trips, pero se distingue por su rápido crecimiento en verano, favorecido por temperaturas altas. Aunque las bajas temperaturas afectan su desarrollo, se espera que con el tiempo este insecto se adapte mejor a climas más fríos.


Estategia de control

No hay acuerdo entre los expertos sobre la mejor forma de controlar esta plaga, excepto en que el control exclusivamente químico no es efectivo. T. parvispinus es resistente a la mayoría de los insecticidas y su población se recupera rápidamente incluso después de usar los insecticidas más avanzados, que tienen una eficacia ligeramente superior.

El control biológico presenta limitaciones, ya que los ácaros disponibles comercialmente no logran controlar efectivamente las poblaciones de la plaga. Aunque la chinche depredadora Orius laevigatus (OriusMed) ataca tanto a los adultos como a las larvas, prefiere las flores y partes superiores de la planta, mientras que T. parvispinus se refugia en las hojas y frutos en las zonas bajas. Esto requiere aumentar significativamente la población de chinches depredadoras para lograr un control efectivo.

Se ha observado que las larvas de crisopas verdes, gracias a su movilidad en las diferentes partes de la planta, pueden contribuir significativamente al control de T. parvispinus en las zonas bajas del cultivo, donde causan más daño a los frutos. También se ha detectado que los anístidos, ácaros depredadores no disponibles comercialmente, son eficaces en la depredación de trips y ácaros fitófagos.

A pesar de las limitaciones en el conocimiento, en HORTALAN e INSECTOS MED hemos desarrollado un protocolo de control que combina las herramientas comerciales disponibles. Este protocolo busca manejar tanto las invasiones masivas de la plaga en verano, para evitar su establecimiento, como los daños en los frutos causados por poblaciones residuales o nuevas durante el otoño. Aunque es un enfoque aún inexacto y preliminar, lo comparto en este blog como un punto de partida más que como una solución definitiva.

Aunque el control biológico es fundamental para manejar esta plaga, es crucial esperar a que las plantas alcancen al menos 50 cm de altura antes de liberar insectos auxiliares, asegurando así su establecimiento. Hasta entonces, es necesario utilizar control químico, enfocándose en las larvas, que son las más vulnerables. Sin embargo, estos tratamientos deben planificarse para no comprometer la futura introducción de Orius laevigatus.

Los insecticidas más efectivos contra T. parvispinus son Spinoteram, Spinosad, Abamectina, Spirotetramat y Cyantraniliprole. Spinoteram, Spinosad y Abamectina deben usarse solo en las dos primeras semanas del cultivo, debido a su impacto negativo en O. laevigatus, dejando un período de espera de 10 a 15 días antes de la liberación de auxiliares. Para las semanas siguientes, se recomienda Spirotetramat y Cyantraniliprole, compatibles con Orius laevigatus. Si la presión de la plaga es alta y se necesitan más tratamientos, se pueden emplear insecticidas de contacto, como maltodextrina, siliconas, aceites vegetales, combinados con insecticidas basados en hongos entomopatógenos como Velifer®, que no afectan a la fauna auxiliar.

Para controlar eficazmente a Thrips parvispinus, se recomienda realizar tratamientos frecuentes contra las larvas durante las primeras semanas del cultivo, ya que, si la plaga se establece, su erradicación puede ser muy costosa y complicada. Una vez que las plantas alcancen los 50 cm de altura, es fundamental introducir insectos auxiliares como Orius laevigatus, aumentando las dosis según la distribución de la plaga. Si la infestación es generalizada, se sugiere una suelta masiva de Orius al aparecer las primeras flores. Si la plaga está apareciendo por focos, puede optarse por una dosis de instalación estándar de Orius, reforzada con unos 700-800 Orius por cada foco de 2 o 3 plantas. 

Además, es crucial conservar las poblaciones de auxiliares evitando tratamientos que puedan afectarlas negativamente, y considerar la introducción de Chrysoperla carnea para controlar la plaga residual. También se recomienda mantener una arquitectura de planta abierta para reducir los refugios de la plaga. A pesar de estas estrategias, gestionar T. parvispinus sigue siendo complejo y costoso, y se espera que nuevas investigaciones proporcionen herramientas más efectivas para su control.

Autor: Paco Sola

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